miércoles, 9 de diciembre de 2009

Diario de Manspider (3ª parte)

Madrugada del domingo al lunes 11 de agosto, 00:32 de la noche.

A media noche me había despertado con frío y me tapé como pude con unos cartones que había ahí tirados en una esquina del sótano. Ya empiezo a comprender y a sufrir las consecuencias de haberme convertido en un "animal" de sangre caliente, digo animal porque por mi aspecto no diría precisamente que mi metamorfosis a humano haya sido completa, así que, como no era ni insecto ni humano, sino una especie de término medio entre los dos, decidí autoproclamarme animal, pero no cualquier animal, sino un animal único (que yo sepa) en su especie, sólo por debajo del ser humano en la pirámide depredadora, con el que el National Geographic fliparía pepinos, con el que Copito de Nieve (que en paz descanse) se quedaría a la altura de la suela del zapato, qué digo de la suela del zapato, ¡de la suela del zapato de un minero a 100 metros bajo tierra!

Mientras tenía aquellos arranques de falso orgullo para autoanimarme, mi improvisado edredón empezó a hacer efecto, haciéndome recuperar un poco de temperatura, hasta que finalmente volví a caer en brazos de Morfeo, que por cierto debe ser ciego, porque si llega a darse cuenta del esperpento de criatura que arrulla entre sus brazos, creo que me habría dejado caer al suelo.

Aquella mañana me desperté con el calorcillo del poco sol que podía entrar por la rejilla de un sótano, y lo primero que hice fue comprobar tres cosas:
- Que todo esto que me estaba pasando no era una jodida pesadilla.
- Que la puerta del sótano seguía cerrada a cal y canto.
- Y que me había despertado con mi "quinta pata" más tiesa que un soldadito de plomo.

Creo que a eso le llamaban los batasblancas "la tienda de campaña". No lo comprendo, no creo que nadie quepa (ni quiera) meterse ahí dentro, por muy adversas que fueran las condiciones climatológicas.
Lo que sí comprendí fueron las ganas de "mear" (así creo que lo llaman) que me dieron a continuación. Es increíble, sería la primera vez que meaba desde que me transformé en esta cosa que soy ahora, y algo de técnica pude observar en los batasblancas en uno de mis muchos viajes a los cuartos de baño que hacía en el pasado en busca de nuevas presas que llevarme a la boca, así que hice un esfuerzo e intenté recordar cual era la postura que había que adoptar para que aquel líquido amarillento fluyera libre:

"A ver..." (pensaba para mis adentros de cara a una de las paredes del fondo del sótano) "una de las posturas típicas para esto era de pie... cigarrillo en la boca.. bueno, yo no fumo, pero creo que esta cuchara me valdrá, supongo que habría que morder algo en el proceso de micción, ya que a lo mejor el proceso es doloroso y haya que morder algo para liberar la tensión, no sé... bien, vamos bien, ahora... mano derecha sujetando el aparato de mear, recuerdo casi todos mantenían estático el aparato de mear en todo el proceso mingitorio, pero unos pocos (supongo que eran profesionales) redirigían constantemente de un lado a otro la trayectoria del chorro de líquido a presión, como queriendo dibujar imaginariamente un arco iris, o incluso intentando hacer puntería sobre un resto de cigarrillo flotando sobre la superficie, hará unos segundos calmada, del agua de la taza del báter, como queriendo hundir el filtro del cigarrillo aún sabiendo que es físicamente imposible, ya que el filtro del cigarrillo por ley física siempre volverá flotando a la superficie (ya que el filtro es menos denso que el agua), pero no por ello aquellos hombres desistían en su intento por desafiar a las leyes universales de la física todas las tardes. La fé, la determinación y la constancia humanas son dignas de admiración, peroooo a ver, que me distraigo del tema..."

"El siguiente paso era... ah, ya sé, mano izquierda apoyada en la pared, acompañado de expresión de alivio en voz alta estilo: "Aaaaaah!", cuando empiece el proceso de micción, que creo que se iniciaba empujando un poco... iiiiiaaaaggg!...."

Y como era la primera vez y no tenía controlado el tema mingitorio, aparte del pipí, también hizo aparición el señor Popó. Y no me refiero al padre de uno de los Teletubbies...


No hay trabajo más jodido que hacer de Teletubbie moña
(lo de jodido es literal).


¡¡Tachaaaaan, morterada al canto!! parece mentira que hasta hace una semana me encantara posarme sobre un zurullo como este, y ahora sin embargo me repugne, supongo que sería porque como araña no tuviera sentido del olfato propiamente dicho. Recogí con una pala mi propio producto y la tapé con arenilla y polvo del suelo del sótano, que por cierto hacía bastante que no aparecía nadie por allí que limpiara aquello, con lo cual hasta empecé a echar un poco de menos a aquella limpiadora que destruía mis preciosas casas de telaraña todas las semanas, pero el jodido zurullo aún seguía oliendo bastante. Hay que joderse cómo me ha cambiado la vida de la noche a la mañana.

Lunes 11 de agosto, 13:26 del mediodía.

Me ha entrado hambre, y no es de moscas, sino de comida humana y he conseguido por internet el teléfono de una hamburguesería de por aquí cerca con servicio a domicilio. Quizá si le doy la dirección del laboratorio al muchacho de la moto y lo llamo desde aquí cuando lo vea aparecer, ya que la puerta del laboratorio se ve desde aquí, quizá consiga comer caliente hoy.
Pero se me planteaba un problema, y esque tendría que evitar que aquel muchacho viera el aspecto que tengo, ya que seguramente se asustaría y lo siguiente que haría sería llamar a la policía... bueno, a la policía o más bien al "técnico de control de plagas" de aquel anuncio que ví por internet de ese cacharrito que lo enchufabas a la toma de corriente de la pared y emitía no se qué ondas que supuestamente alejaban a los insectos y a las ratas de la casa, que dicho sea de paso me resultó curioso que un técnico en control de plagas recomiende un aparato que lo puede dejar en el paro... joder, ya me estoy yendo por las ramas otra vez.

El caso es que decidí enfundarme en un viejo traje antirradiación desechado que encontré en una de las cajas del sótano para disfrazarme de alguna manera, y cuando lo examiné más a fondo, entendí porqué se desechó: tenía un boquete tremendo donde se supone que debía ir el tubo de oxígeno, a la altura de la nuca, como si alguien hubiera tirado del tubo con fuerza suficiente para sacarlo de su sitio desgarrando de paso parte del traje. Joder que bromas mas pesadas gastan aquí, será mejor que no me descubran...

Llamé al teléfono de la hamburguesería y en media hora ya tenía aquí al repartidor con mi ansiada pizza en la puerta exterior del laboratorio. La hora de la verdad había llegado, y mi actuación debía ser perfecta, así que me asomé como pude entre los barrotes de la pequeña ventana que daba al exterior, a nivel del suelo, y estirando mi brazo izquierdo y moviéndolo torpemente para que me viera, comencé con mi actuación harto ensayada aquella tarde antes de la hora H, intentando que fuera lo más creíble posible, (por supuesto todo lo creíble que se puede ser metido en un sótano sin poder salir, enfundado en un traje antirradiación, con una página porno puesta en el ordenador y oliendo a mierda que echaba para atrás)...

- "¡Hola! ¡Señor repartidor! ¡Aquí! ¡Yo soy el que ha encargado la pizza!"
- (El repartidor acercándose y dándose cuenta del panorama) - "...Ejem! Tome,son 8 euros"
- (cojiendo la pizza entre los barrotes, y dándome cuenta de lo gilipollas que fui de no haber caído en que no tenía dinero) - "Gracias... Eeeuuh,... laaa pizza está fría, no te la pienso pagar"
- ¿Qué? ¡Pero si sólo he tardado media hora en llegar!
- (olvidándome de mi condición humana) - "Mira, si aceptas este puñado de moscas que he cazado esta mañana como pago, te lo agradecería..."
- ¡Puaj! Mira no, mejor déjalo, ya no aguanto más esta tufarada.
- Oiga ya sé que esta situación le resultará rara, pero esque ha habido un experimento que ha salido mal, y me he puesto aquí en cuarentena porque...
- (Aquel muchacho me cortó la frase) - Oiga, que no me tiene usted que dar explicaciones, hágame caso cuando le digo que he hecho cosas más raras que entregarle una pizza a un tipo vestido con un traje de astronauta en un sótano oscuro, con porno en el ordenador y apestando a mierda cosa mala, y yo no me meto con las prácticas sexuales de cada uno. Me voy, buenas tardes, que disfrute usted de su paja.

Y esa tarde me di cuenta de que lo mismo podría hacerme actor cuando pudiera salir de aquí, pero antes debía conseguir dinero.
Bueno, al menos esa tarde comí pizza gratis.

CONTINUARÁ...


martes, 1 de diciembre de 2009

Diario de Manspider (2ª parte)

Jueves 7 de agosto, 16:10 horas.

Me pasé 3 días comprobando mis "evoluciones" en un espejo del sótano a intervalos de 12 horas aproximadamente, y esto es horrible. Es como si cada doce horas se asomara una persona distinta (y cada vez más fea) al espejo, como si el presentador de un reality show fuera sustituido por otro después de cada pausa publicitaria, y cada pausa publicitaria consistiera en once horas cincuenta y nueve minutos de espasmos incontrolables, dolor agónico y desmayos casi contínuos.

Los primeros síntomas (y los que se irían repitiendo generalmente cada doce horas) fueron dolor repentino y espasmos. Era como si cada uno de mis músculos palpitara violentamente intentando reorganizarse para configurar un ser nuevo, como si a la evolución le hubieran entrado prisas porque hubiera decidido que aquél dia no iba a echar horas extras y dentro de menos de doce horas hubiera almuerzo con la suegra y tuviera que asistir si apreciaba su matrimonio, y tengo que decir QUE DUELE DE COJONES. Después de casi dos horas de gritos, insultos, y de cagarme en todo lo que fuera susceptible de menearse, mi mente se rindió y me desmayé de nuevo.

Al despertarme, la estampa no podía ser más desesperante, ya que era la primera vez que me enfrentaba a una transformación importante en mi cuerpo: Había pasado de tener el tamaño aproximado de una peladilla al de un cenicero, mis cuatro patas centrales han dejado de responderme, quedándome sólamente activas las delanteras y las traseras, se me está cayendo el pelo a pasos agigantados y me noto más rechoncho, como con los músculos hinchados, el dolor y los espasmos me han dejado tranquilo un rato, como queriendo dejar que me desahogara a gusto mientras llegaba la "segunda y agonizante pausa publicitaria de mi show particular"...
Ni que decir tiene que me pasé todo ese rato llorando desconsoladamente.

Jueves 7 de agosto, 4:10 de la madrugada.

Siguientes doce horas: La segunda vez que me enfrentaba al espejo, esta vez con la situación asumida, y repitiéndome en mi mente una y otra vez que no me preocupara, que lo importante es que seguía vivo, y que me tomara esto como un juego, como un siniestro "quién es quién" en el que lo divertido es acertar quién eres lo antes posible, porque en doce horas "Jack" se puede convertir en "Megan".
Esta vez me encontré más tranquilo, puesto que el tiempo de dolores y espasmos me lo pasé consciente en su mayor parte, así que más o menos ya sabía lo que me iba a encontrar: No paraba de crecer, es como si fuera una rata de laboratorio (lo cual es curioso, porque lo dice una araña de laboratorio) y el único alimento que tuviera en mi jaula fuera un platito de esteroides y demás mierda que se mete un culturista que se quiera dedicar "profesionalmente". Ya era del tamaño de un perro pequeño, pero sin pelo, mis patas centrales se han atrofiado, mis dos traseras se han hiperdesarrollado, y me ha crecido una tercera pata mucho más pequeña entre mis dos patas traseras, seis de mis ocho ojos se han quedado ciegos, y lo más curioso... soy capaz de ponerme en equilibrio con dificultad sobre mis dos patas traseras. Ya soy bípedo. Hay que joderse.

Viernes 8 de agosto, 3 de la tarde.

Esta vez quise dejar pasar un par de "pausas publicitarias" ya que pensé que cuanto menos veces comprobara mis "cambios" mas fácilmente podría resistir mi mente toda esta pesadilla transformista, porque un hombre que se disfraza de mujer es un travesti, pero... ¿qué es una araña que se disfraza de humano?
Mirándolo objetivamente, la transformación de ese día me supuso una serie de "ventajas", y pongo esa palabra entre comillas porque las supuestas ventajas consistían en transformaciones que me hacían adaptarme mejor a la vida de un humano, ya que entre el paquete de actualizaciones se encontraba: la pérdida de mis cuatro patas centrales, el medir un metro y sesenta y dos centímetros, desarollar cuatro dedos y un pulgar oponible en cada una de mis dos patas delanteras y agudeza visual en los dos ojos sanos que me quedaban, mi cerebro aumentó considerablemente de tamaño, junto con mi inteligencia, y sorprendentemente recibí como una especie de flash de conocimiento humano, como si mi cerebro se hubiese actualizado, ya era perfectamente bípedo y desarrollé la capacidad de utilizar herramientas, de ahí que empezara a utilizar un ordenador desechado en el fondo del sótano, pero que todavía estaba conectado y funcionaba.

Sábado 9 de agosto, 1 de la madrugada.

Cesaron por fin las transformaciones y los dolores que conllevaban, y ya que me había transformado en una caricatura de humano, pensé que lo mejor era buscar información de la especie con la que esperaba convivir sin mayores problemas para poder adaptarme mejor conociendo las costumbres de la especie que estaba en la cumbre de la pirámide depredadora (mira por dónde encontré una ventaja, ya no tendría que preocuparme ni de pajarracos hambrientos ni de jodidas escobas) y me puse manos a la obra.
Como mi inteligencia y mi comprensión habían aumentado, entendí a la primera que aquel botón azul y grande que tenía la torre del ordenador serviría para ponerlo en marcha, ya que el otro botón que tenía al lado, que era más pequeño y cuya inscripción encima ponía "Reset" (ni zorra idea de lo que significaba) no me inspiraba demasiada confianza.
Tras unos extraños ruidos, que supongo que serían el equivalente a toser dos o tres veces para sacudirse el polvo de sus entrañas después de meses de no usarse, arrancó el ordenador, mostrando una retaíla de letritas blancas que dieron paso a una pantalla negra con una especie de banderita multicolor y una inscripción debajo en letras grandes que creo que ponía "WINDOWS" (la siguiente frase que voy a escribir es una pequeña broma a uno de los coautores de este blog, más concretamente a Ñete, usted, querido lector, no se preocupe si no lo entiende, y si quiere entenderlo, pregúntele a él, cojona) ....si si, claramente ponía WINDOWS, este laboratorio debe ser de los más punteros en software de los Estados Unidos... (juas juas juas juas!)
Una vez en el escritorio, abrí el icono que ponía "Internet Explorer", ya que contenía la palabra "internet" que tantas veces había escuchado a aquellos batasblancas mientras vivía en aquella telaraña suspendida del techo y que, según ellos, era una verdadera fuente de información.
Lo primero: conocer a tus semejantes. Tecleé en el buscador "anatomía del ser humano" y aquello fue un verdadero bombardeo de información: miles y miles de fotos de humanos (en su mayoría hembras) mostrando sus anatomías y miles y miles de videos de humanos de ambos sexos cuyas anatomías se introducían en otras anatomías una y otra vez a un ritmo constante en una especie de baile ritual que... dios, eso no lo comprendí demasiado, pero creo que los batasblancas lo denominaban "ponor", o "porno", no sé de qué se trataría, pero aquellos videos hicieron reaccionar aquella pequeña pata de mi entrepierna. Me asusté y decidí buscar primero cosas más básicas del ser humano, luego ya tendré tiempo de aprenderme sus bailes rituales.


Los adolescentes nunca estuvieron
tan cerca de abrir la Caja de Pandora


Domingo 10 de agosto, 11 de la mañana.

Me he tiré toda la noche buscando información, me dolían los ojos (mi único par de ojos, ¡snif!), pero ya entiendo un poco más la forma de pensar de los humanos. En la parte baja de la cara me ha vuelto a crecer un poco de pelo duro, lo que según el buscador se llama "barba de tres dias". Realmente internet me ha abierto los ojos al mundo humano, pero decidí que eso ya lo relataría mañana, porque en ese momento me encontraba muy cansado. Me acosté en un viejo colchón que según la pinta que tenía tendría que haber estado en el vertedero desde muuucho tiempo antes de que yo hubiera llegado aquí y dormí como un bendito la primera noche en la que no me acompañabas mis amigos, los espasmos horribles.

CONTINUARÁ...


miércoles, 2 de septiembre de 2009

Diario de Manspider.

Hoy es domingo 16 de agosto de 2009, son algo más de las seis y media de la tarde, y he decidido empezar a escribir este diario a partir de un suceso que tuvo lugar el martes pasado, a eso de las once y media de la mañana, y como no sé que es lo que me va a ocurrir a partir de ahora, iré escribiendo en este diario lo que me vaya pasando, mientras tenga mis facultades mentales intactas y las mutaciones que sufra aún me lo permitan.
Yo soy la araña que picó a Peter Parker, así que supongo que entre otras cosas el que esté leyendo esto se preguntará cómo puede una puta araña escribir un diario. Bien, yo hasta anoche también me lo preguntaba, pero vamos por partes:

Martes 5 de agosto, 11 de la mañana.

Llevaba viviendo en la esquina del techo de aquel laboratorio más de un mes, y la vida me iba de lujo, ya que despidieron a la mujer de la limpieza a finales de julio, lo que significaba que ya no habría de momento más escobas destructoras de casas arácnidas, con lo que el chalecito de telaraña lo pude hacer de dos plantas y garaje tomándome mi tiempo, y como yo siempre he tenido mucha vista para la construcción, situé mi casa justo encima de una pera podrida del almuerzo de algún profesorucho al que no le gustaba la fruta, pero que su mujer se empeñaba en incluir todos los días en su cartera, lo cual que proveía de moscas frescas cada día, tras lo cual decidí mandar el panfleto del Telemosca a tomar por culo. Por careros.
En aquel laboratorio casi siempre se veía mucha actividad, menos en aquel momento, ya que era la hora del desayuno, y cuando llegaba esa hora, todos se iban al comedor como alma que lleva el diablo, porque mas o menos sobre esa hora se suele manejar muchísima hambre, y fue entonces cuando me asusté al pensar en la proporción de moscas que deben comer aquellas criaturas llamadas humanos si comparaba el tamaño de mi cuerpo con el de los suyos.
Ese mes tocaba experimentar con una especie de láser, y tras apagarlo convenientemente, salieron a escape todos los batas blancas al grito de "¡mariquita el último!", y deben tenerle bastante miedo a un insecto pequeño de caparazón rojo con lunares negros, porque pasaron veinte personas a la vez por una puerta en la que apenas cabían dos, viéndose tortas e incluso algún que otro mordisco por pasar antes que nadie, y cuando uno de ellos inevitablemente se quedó el último, el coraje que le dio por ser víctima del cachondeíto de todos los allí presentes hizo que pegara un portazo al salir, haciendo que la mosca que tenía atrapada en mi casita de telaraña se despegara y cayera justamente en medio de aquel experimento, para más inri en medio de la supuesta trayectoria que tendría el láser si estuviera encendido. Así que como no se verían más monos en la costa por lo menos de aquí a tres cuartos de hora, que era lo que tardaban en comer los cerebritos, me aventuré a recuperar mi presa tranquilamente, pero con cautela.
Desgraciadamente, con lo que no conté es con que habían dos turnos para el desayuno, y mientras un turno se iba a comer, el otro volvía para seguir trabajando, así que el turno entrante me pilló recogiendo mi presa de dentro de aquella vitrina de metacrilato, y mientras me afanaba en volver a trepar rápidamente por el hilo de telaraña que había tejido para bajar hasta allí, escuché el fatídico sonido de un láser encendiéndose, y el fogonazo del láser me pilló de lleno en plena escalada hacia mi casa, pero lo más curioso es que no sentí impacto alguno, aquello fue como si me iluminaran directamente a los ojos con una linterna y sentí una extraña sensación de calor durante medio segundo, después mi instinto de supervivencia volvió a conectarse inmediatamente y seguí escalando hasta llegar a mi hogar. Sin mi presa, pero aparentemente ileso.

Martes 5 de agosto, 11:20 de la mañana.

Después de aquel suceso, entraron por la puerta más seres humanos, alguno que otro llevaba lo que ellos denominan "cámaras fotográficas", pero que no sabía para qué servían.
Empezaba a sentirme mal, y se me habían quitado las ganas de volver a por aquella mosca, de hecho, ya no me apetecía mosca alguna. Supongo que habrá sido por el susto.
Cada vez me notaba más mareado, y notaba como si mis patas ya no se agarraran tan firmemente a mi querida tela de araña, lo cual no ayudaba precisamente demasiado a mantenerme aferrado a ella. Me sentía fatal y decidí vengarme de aquellos seres que provocaron el accidente que me hizo estar como estoy, así que me desplacé por el techo como pude y me descolgué con un último esfuerzo por un hilo de telarañas, picando a ese tal Peter Parker de marras del que luego me enteré que se hizo famoso a mi costa a pesar de llevar ese flequillo horrible. Maldito proyecto de emo que estabas hecho.


¡Aaaaargg...! joder, sólo le falta la sombra de ojos rosa

Inmediatamente después de la picadura, se sacudió la mano, haciéndome caer violentamente al suelo, así que entre lo mal que me encontraba, lo encabronado que estaba y el viaje contra el suelo que me acababa de pegar, me encontraba de puta madre, como podréis imaginar.
Con mis últimas fuerzas logré refugiarme debajo de una mesa cercana y me desmayé.

Miércoles 6 de agosto 15:15 horas aproximadamente.

Me desperté desorientado, y no podía creer que me hubiera quedado fuera de combate más de un día entero.
Como me encontraba ya recuperado del infierno que sufrí el día anterior, decidí volver a mi chalecito arácnido para poder reírme de lo que me había pasado y volver a mi rutina diaria, que era lo único que me hacía feliz y para lo único que fui creado, pero cual fue mi sorpresa, que al intentar lanzar mi tela de araña, me encontré con que no salía, y tras un par de intentos más constaté lo que a duras penas podía creer: ¡ya no era capaz de crear tela de araña!. Dios, ¿qué clase de araña no es capaz de crear telarañas?, ¿qué pensarían mis padres si se enteraran?. Mil preguntas como esa me azotaban la mente.
Decidí finalmente tranquilizarme y pensar que quizá no haya perdido mis telarañas para siempre, que quizá se deba a la falta de nutrientes debida a no haber probado una mosca en casi dos días, tras lo cual me dí cuenta de que después de casi cuarenta y ocho horas de ayuno, no echaba en falta atiborrarme de moscas, es más, creo que las aborrecía, con lo cual me volví a poner nervioso.
Tuve que apartarme de mis pensamientos por un rato al notar que aquella tarde era bastante ajetreada para los "batasblancas", pues notaba muchas pisadas a mi alrededor, y decidí ponerme a salvo antes de seguir con mi particular chequeo de habilidades... o más bien, falta de ellas. Así que ya que no contaba con mis telarañas, mi maravilloso plan b consistía en escalar por la pared hasta alcanzar una altura segura para mí, preferiblemente hasta llegar al techo.
Pues bien, plan b a tomar por culo. Tras dar un par de zancadas largas por la pared, de repente perdí el agarre de mis patas y caí pesadamente al suelo desde lo que equivaldría a cinco metros humanos, y si llego a tener huesos en mis patas, por lo menos seis de ocho se hubieran roto, menos mal que soy tan pequeño que la gravedad apenas actúa sobre mi, y la flexibilidad que poseo hizo que no hubieran daños graves tras la caída. De puta madre.
No me lo podía creer. En dos días había perdido dos de las habilidades más características de una araña, ya incluso había empezado a dudar de que lo siguiera siendo.
Gracias al cielo todavía conservaba mi agilidad y mi velocidad, así que como ya no podía escalar paredes totalmente verticales de ninguna manera, corrí todo lo que pude para pasar desde debajo de la mesa donde me encontraba, hasta el sótano del laboratorio, pasando por debajo de la puerta, ahora que, al menos todavía, me lo permitía mi reducido tamaño, mientras pensaba: "Allí al menos estaré a salvo de pisotones y sprays para los insectos".

CONTINUARÁ...



domingo, 9 de agosto de 2009

Ha muerto John Hugues

A los 59 años, de un paro cardiaco, el director del Club de los Cinco y 16 Velas, y guionista de Solo en Casa y su secuela nos ha dejado.

Siguen yéndose míticos del cine americano, y nos seguimos haciendo un poquito más viejos...

Descanse en paz.