miércoles, 19 de noviembre de 2008

Y qué fue de...

Amigos, en vísperas de fechas tan señaladas, yo no sé si esque me pone tierno esta época o qué, pero el caso es que teniendo ya una edad en la que llevas muuucho tiempo con la vida "acelerada" (lo que llaman stress, o "estrés", o "es 3", whatever...), a uno le da por recordar aquella vida que tenía uno de pequeño, cuando las cosas eran más tranquilas, cuando no le tocaba a uno pagar ninguna factura y lo único que le quitaba el sueño era un constipado de haber estado esperando el autobús sin chaquetón.
Así que recordando a bote pronto, se me ocurre una listita de cosas que echo bastante de menos de aquella época, y que si yo tuviera una maquinita del tiempo, las haría volver a estar de moda, cositas como: ( /nostalgic mode ON)

-Los bocadillos de Nocilla que me "jincaba" viendo aquél programita que me entretenía por las tardes, llamado "La merienda" y la serie de dibujos de Mario Bros.

-Aquellas mañanas de sábado en las que me levantaba temprano, vaciaba un cubito de piezas "Tente", y me ponía a ver la lucha libre mientras construía barquitos, naves espaciales, y armas de destrucción masiva, las cuales nunca pude activar porque siempre me faltaba la misma pieza, la jodida pieza cuadrada que al principio crees que tienes suficientes, pero que al final te falta la última.


Maldita seas, !me impediste controlar el mundo!

-Mi primera PlayStation, la cual estrené con dos juegazos de la vida: El Tomb Raider y el Resident Evil, despues de piratearla, of course. Echaré de menos aquellas posturitas en las que tenía que colocar la consola para que me cargaran los juegos. Al final, lejos de cabrearme por la putada que suponía el estar haciéndole el pino-puente a la consola en cada pantalla de carga que tuviera el juego, acabé acostumbrándome, e incluso le pillé el truquillo... en el fondo me molaba escuchar aquel sonidito que emitía el lector cuando empezaba a cargar la pantalla, porque significaba que la postura que la tenía puesta era la correcta y que en breves momentos podría seguir matando bichejos malotes.

-Las competis de trompos. Vé al quiosco con 20 duritos, agénciate un trompo, píntalo con "rotuladores de guerra" para que parezca agresivo, (que eso era lo que decía cuando me preguntaban porqué lo había pintado tan hortera, pero que en realidad lo pinté así para que al girar cambiara de color, pero mentía para que no quedara demasiado gay xD), y lánzate a la aventura de competir con tu vecino de turno, a ver a quién le dura más el trompo. Porque al principio intentas dominar el arte milenario de hacerlo bailar en la palma de tu mano, pero a las dos tardes optas por hacer competis de partir trompos ajenos con la punta del tuyo, y piensas: "mi trompo no es un bailarín, es un guerrero". Tal competición consistía, para el que no lo sepa, en lanzar el trompo intentando acertar en el trompo del enemigo, que estaba ya en el suelo bailando, y luego se cambiaban las tornas. Si conseguías partir el trompo de tu vecino... pues... oye... no sé que premio había, supongo que la satisfacción de ver al vecino gastarse otros 20 duros en otro trompo más hortera si cabe que el anterior.

-Las tardes que me echaba con uno de mis primos a los "Clics" de Playmóbil. Oh, tardes gloriosas de imaginación, armando y desarmando muñecajos, y poniéndoles pelucas rubias al clic que en un principio era moreno, y poniéndole armaduras, espadas y escudos, o coronas, o delantales. Creo que es lo más parecido a jugar con muñecas que he llegado a hacer... si llamas "muñeca" a un pedazo de plástico duro con forma humanoide carente de articulaciones y con la peluca más extraña del mundo, así en plan casco y con las puntas abiertas. Nos dieron muy buenas tardes, los jodíos.

-Las canicas. Qué decir de las canicas, llegué a tener una riñonera llenita de ellas, entre las que destacaban dos "canicas de hierro", una más grande, y otra más pequeña, que utilizaba para las competis de partir canicas, (qué destructivo era todo en aquellos tiempos). Cuando crecí me dí cuenta que esas "canicas de hierro" eran unos jodidos rodamientos. Timado por el quiosquero, omg.
Me acuerdo del juego del "hoyo", y de los circuitos que construíamos en montañitas de arena de la obra que exigían el máximo de concentración y de puntería y que te hacían ganar (o perder) una gran cantidad de canicas, ya que en dichas pruebas se apostaba fuerte, era un juego para elegidos.

-Los cumpleaños que sí que se celebraban. Aquellos cumples en los que había tarta, sandwiches... y muy poca vergüenza. Lo digo porque, de pequeño, en mis cumpleaños, el show principal era verme haciendo el robot. Sí sí, has leído bien, haciendo el robot. Se grabaron evidencias en vídeo de aquello... que yo no sé porqué cada vez que haces algo vergonzoso es captado por algún aparato de vídeo o por alguna cámara de fotos, para el entretenimiento y la guasa de todos, y para la vergüenza de uno. Yo, en concreto.

-Aquellos juguetes que me regalaban de niño: Recuerdo el Escalestrix, o como se escriba, el Cinexín, o como se escriba, me regalaron también un He-man y su castillo de Greyskull, ya que casualmente a otro primo mío le regalaron un Esquéletor y su vehículo-araña-mutante. Se auguraba choque de titanes aquella tarde.


"!Yo tengo el podeeeer...
...y una cuota de la hipoteca del castillo acojonanteeeee!"

-También estuvieron presentes en mi niñez los cómics: Mortadelo y Filemón, Zipy y Zape, el Capitán América, los X-Men. Sobre todo era un fan de los primeros. Cuando me enteré de que un tío mío tenía guardadas una montaña de tebeos de mi pareja cómica de agentes preferida, se me cayeron dos lágrimas como dos monedas de euro. Tragaba comics de dos en dos.

-Aunque a veces lo pasabas francamente mal, tambien se echan de menos las clases de educación física, que eran la excusa perfecta para llevar pantalón de chándal todo el día y echarse algún partidito de fútbol, que encima te puntuaba para aprobar luego el trimestre. Lo que odiaba profundamente era aquella jodida prueba diseñada para que tú, que llevabas toda la vida holgazaneando y que considerabas hacer ejercicio a tirar de la puerta de la nevera, echaras la comida del jueves pasado en poco más de dos minutos de sufrimiento. Sí, me refiero al test de Cooper. El que lo inventó tuvo que tener un día jodido para querer vengarse de todos nosotros de esa manera: Un pitido y tenías que tener puesto el pie sobre una línea que estaba a tres metros, y cuando sonara el siguiente pitido debías tener puesto el pie sobre la otra línea, y los pitidos cada vez más seguidos. Aquello acababa pareciendo la canción del "lalalá" en morse, y tú acababas pareciendo gilipollas, de tanto dar vueltas sin propósito alguno.

-También pondría de moda aquellos balones de playa de Nivea, que arrojaban desde helicópteros en la playa, que tenías que nadar un huevo porque te las soltaban en alta mar, los muy cabrones. La principal característica del balón era que le dabas una patada y... adiós balon, adiós. Yo tengo la teoría de que sólamente lanzaban un balón de Nivea para todo el mundo, lo que pasa esque le dabas una patada al balón y éste aterrizaba en la siguiente playa, y con la siguiente patada, a la siguiente playa, y así en un bucle infinito. Por eso todo el mundo creyó haber tenido un balón de Nivea, y a Nivea la publicidad le salió muy barata.

-Aquel típico compañero inaguantable del instituto. El que siempre te hacía preguntas incómodas, te copiaba en los exámenes y te hacía bromitas estúpidas. Totalmente hostiable, con -7 de carisma y con un 80% de probabilidades de golpe crítico en toda la cara con la mano abierta.


Y... !!ZAS!! en toda la boca.

-Y bueno, las series que uno recuerda de toda la vida: El Coche Fantástico, el Equipo A, Óliver y Benji, concursos como El Precio Justo, el Un Dos Tres... responda otra vez... que tanto me entretuvieron y que hacían reunirse a la familia en torno a la caja tonta para ver si esa noche el concursante se llevaba el piso en Torrevieja, o el premio gordo: El coche.
Es curioso, hoy en día el premio gordo hubiera sido el piso, qué cosas ¿verdad, querido especulador?

1 comentario:

  1. Y tantas y tantas cosas que quedaron en el baúl de los recuerdos... sniff... me has puesto sentimental Míster X.

    Puedo prometer y prometo apoyarte en este blog (ya más tuyo que mío, curiosamente) cuando deje de aborrecer la escritura por causas profesionales y estudiantiles.

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Sucios piratas dicen: