martes, 3 de junio de 2008

Ghost'n Goblins o en calzoncillos contra el maligno


¡Bizarro menage a trois pardiez!

Bueno. Como mi bautizo de fuego en este sacrosanto rincón de frikis, creo que empezaré hablando de "lo mío" con el Ghost'n Goblins. Por si alguien (cosa que dudo) no sabe de lo que estoy hablando, aclaro que se trata de una de las pequeñas grandes obras maestras de los arcades de todos los tiempos, uno de esos veteranos, que nunca viejos, juegazos con los que a más de uno y más de dos vimos que nos salían los dientes mientras nos pulíamos una tras otra monedas de cinco duros. De esa época todos tenemos esa pedazo de máquina recreativa que nos marcó, que nos hizo sentirnos los reyes. La mía fue sin duda el citado juego de Capcom. La cosa ocurrió tal que así. Allá por finales de los ochenta, mi vida discurría entre el colegio, las faldas de las chicas y los salones de máquinas recreativas. Lo cierto es que nuestra vida corría siempre de la mano del grito de guerra por excelencia entre los alumnos de la EGB (por dios... qué antiguo me siento) a saber "¿¿habéis visto la máquina nueva que han puesto en los "recre"??". Cuando aparecía una maquina que molaba, pues nada, todos como moscas a sacarle el pringue. Luego, siempre estaba el especialista que se hacía con la mecánica del juego y acababa o por volverse loco y por pasarse la máquina (lo que dado la dificultad de los arcades ochenteros, era una gesta digna de los trabajos de Hércules, que no de Kevin Sorbo). Bueno, pues un día, sonó en el recreo el grito de guerra. Algo así como "Hostia... en los recre han puesto una máquina de un caballero medieval que va por un cementerio matando zombis lanzando puñales". Ni corto ni perezoso, esa misma mediodía me gané un puro de mi madre por llegar tarde de narices, pero muy feliz. Me había enamorado.



Y todo por algo muy simple. Por si alguien no sabe la mecánica/trama del juego, diré que era muy sencilla. Controlabas a un caballero (Sir Arthur o como quiera que se llame) que avanzaba por unos escenarios, matando a todo bicho viviente al servicio de satán, con distintas armas, para salvar a la princesa, cuyo padre, pasando de mandar un ejército a tal fin, mandó al más valiente (y pringao) de sus fieles, plan, solo ante el peligro. Tal era tu misión y para ello contabas con una ayuda adicional, una armadura que te protegía de morir al primer golpe, y que al perderla, te dejaba, literalmente, en calzoncillos. Eso sí que molaba. Vaya punto. Matando zombis en calzoncillos.

Me tenía que convertir y me convertí en el experto en "el juego del caballero" y durante meses me dejé moneda tras moneda matando zombis, ogros, demonios... hasta que llegó el día en que se nos acabó el amor... Ese día, domingo para más señas, llegué a los recre temprano, con monedas y ganas de pasarme el juego(iluso...). Lo cierto es que tras pasarme el cementerio, el bosque, los castillos de hielo, las casas, las cavernas, el puente de fuego y llegar al castillo del maligno, por fin llegué a las puertas del enemigo. Más de media hora sudando, con una corte de fieles admirando mi faena. Llegó el momento. Dos demonios de lo más cabrón defendían las puertas del malo malísimo. Me cargué a uno... el otro estaba al caer. ¡Y llevaba puesta mi armadura! Todos emocionados. Todos vibrando. Una explosión de llamas y ya está... ¡se acabó! o no... el juego tenía (lo descubrí) una putada. Para matar a los susodichos demonios y llegar al último jefe tenías que hacerlo con un arma especial, una cruz o escudo, que dejaba bastante que desear (era de nulo alcance). Si no lo hacías, volvías dos pantallas atrás. Vaya bajón. Desde ese día, no volví a acercarme al GNG... hasta años después... (continuará)

4 comentarios:

  1. Sólo el hecho de llegarse al final del juego... EN LA RECREATIVA, ya merece mi total admiración.

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  2. No me importa ni mucho menos. Es que intenté poner dos fotos pero no salieron aunque me salieron como colgadas en el blog. ¿Me explica alguien cómo se hace? Bueno Guybrush. Yo es que a los once años era de un tenaz que daba miedo. Cuando te cuente cómo me lo acabé en el MAME... eso sí que es de diván de psiquiatra...

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  3. No vale que me digas: "pulsando mucho el '5' para echar monedas como un poseso!" Que así cualquiera, jejejee. A ver si te conectas al messenger y ya te explico con más calma.

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  4. Qué bonito es el amor hombre-máquina y qué poco reconocido es...

    Vivanlas monedacas de cinco duros!!

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Sucios piratas dicen: